Tengo la dicha de ser padre hace más de 5 años, y como todo padre he visto cambiar mi vida. De maratones interminables de series de #abogados, he pasado ha maratones interminables de una misma película infantil. De seguir a líderes de opinión, a seguir #influencersinfantiles. No veía mayor importancia a los influencers infantiles más allá de los padres que comparten en internet cómo juegan sus hijos con juguetes nuevos. Sin embargo, tras ver un video con la serie de bloopers o tomas equivocadas, al video colgado en youtube, me pregunté (i) cuantas horas pudo tomar realizar un video como este; (ii) realmente el niño repite el mismo juego una y otra vez, de manera lúdica. La promoción de productos a través de influencers infantiles que exhiben los «regalos» recibidos de las marcas en sus redes, se muestra como una actividad aparentemente desinteresada, pero en realidad esto no resulta cierto. Es conocido por todos que estas campañas vienen acompañadas de una retribución económica o en canje de bienes. Dicha campaña publicitaria no tiene mayor impacto en sociedad al ser una actividad lucrativa (salvo algún tema tributario de interés), en la medida que sea ejecutada por un mayor de edad. Sin embargo, cuando el difusor de la campaña es un menor de edad, nos encontramos frente al trabajo infantil y ello requiere una especial protección. En mi opinión, este tipo de labor se encuadra más a labores cercanas al trabajo artístico de menores de edad ejercido de manera autónoma, regulado por la “Ley del Artista Interprete Ejecutante” que dispone que serán los padres y las Municipales Distritales las que velarán el respeto de la jornada de trabajo para los menores de edad y aprobarán este tipo de trabajo mediante el registro. Yo desde mi trinchera vengo limitando que mi hijo siga viendo programas de influencers infantiles.